Després de Roca, Cullell
No és Miquel Roca l'únic antic dirigent de CiU que manifesta el seu suport a la Constitució europea. Avui és Josep Maria Cullell que ho fa, també, en un article a La Vanguardia que transcric a continuació.
YO VOTARÉ SÍ
JOSEP M.ª CULLELL I NADAL - 03/08/2004
Yo votaré sí en el próximo referéndum sobre la Constitución europea. Y lo haré con la convicción de quien desde hace muchos años ha deseado integrarse y sentirse europeo plenamente.
No es la Constitución que yo hubiera ayudado a redactar. Ni el olvido de las raíces cristianas de Europa, ni siquiera citadas en la exposición de motivos, ni el menosprecio que supone que mi lengua y mi cultura, por mucho que el presidente del Gobierno subvencione su traducción, no sea considerada lengua oficial en Europa me harán cambiar el sentido de mi voto.
Votaré sí porque éste es un hito más de un largo camino emprendido por unos políticos que vislumbraron en la Europa destruida por la guerra y la barbarie nazi una Europa unida en la que los valores de la libertad, la tolerancia y el respeto a la persona serían los pilares sobre los que se asentaría la nueva realidad democrática europea. Su ideal no siempre fue comprendido por todos y desde la derecha y desde la izquierda, a menudo, el sueño europeo fue políticamente menospreciado y criticado. Sin ánimo de polémica, pero con legítimo orgullo, hay que constatar que desde el catalanismo político de distinto signo siempre se apoyó y se defendió la idea de la Unión Europea.
¿Qué sentido tiene ahora, por graves que sean las dejaciones, cambiar de acera y pasarse a votar no, junto con la partidarios de Le Pen, los neofascistas italianos y la extrema izquierda extraparlamentaria europea?
Con el no, no se castiga a los impulsores de la Carta, ni tan siquiera se castiga a los partidos españoles –que se diga lo que se diga y se disfrace como se disfrace han tenido poco interés en defender el catalán como lengua oficial–, sino que nos autoinfligimos la pena de aparecer, ante la opinión europea, como algo exótico o como un supuesto territorio de reserva.
Votaré sí a la Constitución porque es una de las formas de romper o paliar el actual modelo político unilateral en el que Estados Unidos actúa sin ninguna cortapisa en la política internacional.
Votaré sí porque con el refuerzo que significa para Europa dotarse de una Carta Magna, un nuevo modelo multilateral en las relaciones internacionales parece más viable y factible.
Votaré sí porque sin duda, la Europa de los ciudadanos gana fuerza frente a los eurócratas de Bruselas; lo que significa un impulso serio a la democracia de la Unión Europea.
Votaré sí porque a pesar de todas sus deficiencias, la nueva Constitución otorga a la Unión Europea un instrumento para convertirse en una comunidad política solidaria basada en sus valores comunes.
Votaré sí porque la capital de Catalunya ha sido Aquisgrán para muchos de nosotros desde muchos años atrás.
Y votaré sí porque Josep Trueta, Ramon Trias, Josep Pallach, Coll Alentorn, Joan Raventós, Ernest Lluch y Josep Tarradellas me convencieron de nuestra vocación europea como pueblo.
Entiendo que dadas las circunstancias en las que vive el País Vasco, un partido de raíz democristiana como el PNV pueda sentirse tentado de quebrar la línea de su histórica vocación europea. Pero en cualquier caso, se trata de una excepcionalidad fruto del terror. No hay ningún paralelismo, en Catalunya, que justificase una actitud similar.
Para terminar, y aunque sea muy personal el argumento –que ya utilicé al pedir el voto afirmativo para la Constitución española–, voy a votar sí, simplemente porque mi familia, que perdió la Guerra Civil, hubiera votado sí y Franco hubiera votado no.
YO VOTARÉ SÍ
JOSEP M.ª CULLELL I NADAL - 03/08/2004
Yo votaré sí en el próximo referéndum sobre la Constitución europea. Y lo haré con la convicción de quien desde hace muchos años ha deseado integrarse y sentirse europeo plenamente.
No es la Constitución que yo hubiera ayudado a redactar. Ni el olvido de las raíces cristianas de Europa, ni siquiera citadas en la exposición de motivos, ni el menosprecio que supone que mi lengua y mi cultura, por mucho que el presidente del Gobierno subvencione su traducción, no sea considerada lengua oficial en Europa me harán cambiar el sentido de mi voto.
Votaré sí porque éste es un hito más de un largo camino emprendido por unos políticos que vislumbraron en la Europa destruida por la guerra y la barbarie nazi una Europa unida en la que los valores de la libertad, la tolerancia y el respeto a la persona serían los pilares sobre los que se asentaría la nueva realidad democrática europea. Su ideal no siempre fue comprendido por todos y desde la derecha y desde la izquierda, a menudo, el sueño europeo fue políticamente menospreciado y criticado. Sin ánimo de polémica, pero con legítimo orgullo, hay que constatar que desde el catalanismo político de distinto signo siempre se apoyó y se defendió la idea de la Unión Europea.
¿Qué sentido tiene ahora, por graves que sean las dejaciones, cambiar de acera y pasarse a votar no, junto con la partidarios de Le Pen, los neofascistas italianos y la extrema izquierda extraparlamentaria europea?
Con el no, no se castiga a los impulsores de la Carta, ni tan siquiera se castiga a los partidos españoles –que se diga lo que se diga y se disfrace como se disfrace han tenido poco interés en defender el catalán como lengua oficial–, sino que nos autoinfligimos la pena de aparecer, ante la opinión europea, como algo exótico o como un supuesto territorio de reserva.
Votaré sí a la Constitución porque es una de las formas de romper o paliar el actual modelo político unilateral en el que Estados Unidos actúa sin ninguna cortapisa en la política internacional.
Votaré sí porque con el refuerzo que significa para Europa dotarse de una Carta Magna, un nuevo modelo multilateral en las relaciones internacionales parece más viable y factible.
Votaré sí porque sin duda, la Europa de los ciudadanos gana fuerza frente a los eurócratas de Bruselas; lo que significa un impulso serio a la democracia de la Unión Europea.
Votaré sí porque a pesar de todas sus deficiencias, la nueva Constitución otorga a la Unión Europea un instrumento para convertirse en una comunidad política solidaria basada en sus valores comunes.
Votaré sí porque la capital de Catalunya ha sido Aquisgrán para muchos de nosotros desde muchos años atrás.
Y votaré sí porque Josep Trueta, Ramon Trias, Josep Pallach, Coll Alentorn, Joan Raventós, Ernest Lluch y Josep Tarradellas me convencieron de nuestra vocación europea como pueblo.
Entiendo que dadas las circunstancias en las que vive el País Vasco, un partido de raíz democristiana como el PNV pueda sentirse tentado de quebrar la línea de su histórica vocación europea. Pero en cualquier caso, se trata de una excepcionalidad fruto del terror. No hay ningún paralelismo, en Catalunya, que justificase una actitud similar.
Para terminar, y aunque sea muy personal el argumento –que ya utilicé al pedir el voto afirmativo para la Constitución española–, voy a votar sí, simplemente porque mi familia, que perdió la Guerra Civil, hubiera votado sí y Franco hubiera votado no.
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