La Vanguardia dedica un gran espai a parlar de gats
Breve historia del gato
LA VANGUARDIA - 08/05/2005
El origen. Está científicamente aceptado que el gato doméstico actual, el Felis catu como así lo designó Linneo en 1758, es un cruce entre el Felis sylvestris, gato salvaje de Europa, y el Felis Lybis,gato salvaje de África.
El nombre. Los egipcios lo llamaron, en un principio chaus, posteriormente adoptaron la forma onomatopéyica mau o miou.Los romanos prefirieron la forma nubia Kadis de la que derivó cattus.En España apareció la palabra gatu en un documento del siglo X. Casi simultáneamente aparece también en Catalunya la palabra gat.
Un felino atípico. Aunque los más antiguos fósiles que presentan una semejanza con el gato moderno se remontan a 12 millones de años, su domesticidad es mucho más reciente y es el único felino que ha aceptado convivir con los humanos. Se dice que el gato es el único animal que ha domesticado al hombre.
El gato en el antiguo Egipto. Los egipcios instauraron el culto al gato hacia el año 2000 a. C. Está presente en los manuscritos del Libro de los muertos,donde es tratado con gran respeto y reproducido en delicados dibujos.Como la divinidad no podía encarnarse en un animal, fue considerado como representante de ella. Se asoció a Isis, la diosa de las diosas y se creó una diosa-gata, Bastet, diosa de la luna y el sol y también de la femineidad y la maternidad, que se representaba como una mujer con cabeza de gata. Cuando algún gato familiar moría, lo embalsamaban y enterraban en un cementerio reservado para gatos. La familia, como muestra de respeto, se rasuraban la cejas y llevaba luto por el gato muerto.
El gato en Grecia y Roma. Los navegantes y comerciantes griegos conocieron en Egipto a este animal y vieron de inmediato su utilidad para destruir alimañas y sobre todo para defender los cereales. Pero fue Roma, la que apreciando no sólo su utilidad sino también su enigmática conducta y el carácter sagrado que le otorgaron los egipcios, lo adoptó y extendió por Europa a través de sus legiones
El enemigo que le salvó de la extinción. En la edad media fueron las ratas asiáticas, las que con sus sucesivas invasiones por tierra y mar evitaron que los gatos desaparecieran como animales de compañía en Europa víctimas de las tremendas persecuciones que sufrieron porque el cristianismo de la época personificó en el gato las fuerzas del mal. Su capacidad para combatir a los roedores les salvó. No es de extrañar que dos enclaves marítimos de primer orden como Constantinopla y Venecia otorgaran a los gatos la máxima consideración.
Supersticiones sobre el gato en la edad media. En Flandes, acariciar un gato significaba para una doncella una boda feliz. Por el contrario, pisarle la cola era retardar sus bodas. En Prusia si dos gatos seguían un cortejo nupcial el matrimonio sería desgraciado.
La leyenda de Mahoma. Se cuenta que el profeta Mahoma amaba tanto a su gata Mirza que teniéndola dormida en la manga de sus albornoz y debiendo levantarse, prefirió cortar la manga antes que despertarla. Cuando la gata espabiló le hizo una especie de reverencia. Entonces Mahoma pasó la mano tres veces por su lomo y le concedió la facultad de caer siempre sobre sus patas. Desde entonces así pueden hacerlo todos los gatos.
Los gatos y los tiranos. El escritor inglés J. C. Suares, en su libro The indispensable cat afirma que tiranos como Julio César, Gengis Khan, Enrique III de Francia, Napoleón yMussolini no tuvieron la menor simpatía por los felinos, ya que el tirano desconfía de unos animales que, celosos de su independencia, no se dejan someter.
Sobre la independencia de los gatos. El escritor Francés Paul Morand escribió: "Yo he tenido cien gatos, es decir, cien gatos me han tenido a mí". Y Chamfort, escritor del siglo XVIII, aseveraba: "No acariciamos al gato. El gato se acaricia con nosotros".
Richelieu y los gatos. El cardenal Richelieu fue un gran amante de los gatos. Uno de ellos, un gran ejemplar negro, se llamaba Lucifer, en demostración de que la superstición no era uno de sus defectos. Gustaba el cardenal de acariciar sus gatos con sus manos sarmentosas atormentadas por el reuma y dicen que en ello encontraba su alma el sosiego necesario para superar el dolor inflingido por sus múltiples enfermedades.
Madrid, Lope de Vega y los gatos. Sabido es que los habitantes de Madrid llamang atos a aquellos de sus conciudadanos cuyas raíces madrileñas se pierden en los tiempos. En su libro La gatomaquia Lope de Vega describió como nadie la gracia de los gatos de Madrid en un tiempo en que "apenas hubo teja o chimenea sin gato enamorado".
El tráfico de Nueva York, detenido por una gata. En 1925 un guardia urbano de Nueva York paró el tráfico de una de las calles de más circulación de la ciudad, Center Street, para que una gata pudiera transportar a toda su camada, de uno en uno, al otro lado de la calle. La escena quedó inmortalizada por la cámara de Harry Warnacke y la imagen se ha convertido en un clásico.
Anna Frank y su gato de compañía. Anna Frank, la niña judía escondida junto a su familia de la barbarie nazi en una casa de Amsterdam y que acabó sus días en un campo de exterminio debido a un chivatazo, dejó escrito en su extraordinario Diario las travesuras de su gato Mouschi, con quien compartió el hambre y los miedos. Los fragmentos dedicados a la compañía del gato son realmente magistrales, especialmente los de mayo de 1944, cuando cuenta los estragos producidos por la incontinencia del gato en el desván.
El gato ´Nelson´de Winston Churchill. Durante los duros días de la II Guerra Mundial, el líder que encabezó la reacción de las democracias contó con la compañía inseparable de un gato negro llamado Nelson, nombre que era un homenaje a uno de los héroes de la Gran Bretaña.Un día de 1943, uno de sus colaboradores lo encontró en cama restableciéndose de una neumonía con su gato extendido a sus pies. El comentario de Churchill fue: "Ya lo ve usted, Nelson contribuye al esfuerzo de la guerra y a las economías de combustible. Me sirve de brasero".
Els 4Gats. La Barcelona modernista, la de la ciudadanía que se reflejaba y reconocía en el París del cambio de siglo, disfrutó, en un edificio de Puig i Cadafalch, de uno de sus cafés más emblemáticos, Els Quatre Gats. Regentado por Pere Romeu y publicitado por personajes de la categoría de Santiago Rusiñol, Ramon Casas y Miquel Utrillo, el nuevo local se convirtió en el centro de reunión de los bohemios. Expusieron pintores como Nonell, Picasso, Regoyos, etcétera, y se celebraron veladas musicales a cargo de Granados, Albéniz y Malats. Hoy en día, el reabierto Els Quatre Gats aún conserva el encanto de una época mágica en la que en Barcelona fue escenario de una explosión creativa sin precedentes.
El gato catalán. Como respuesta a la campaña del toro, un vecino de Linyola, Josep Maria Díez, diseñó un logotipo que reproduce la silueta de un gato, el CAT-GAT, una manera simpática de concienciar al país y reafirmar la identidad catalana, sin ánimo beligerante, sino más bien como una respuesta simbólica, imaginativa y con sentido del humor. El gato ha tenido que luchar con el burro para ser el símbolo animal de Catalunya y por lo que parece el burro catalán, una especie protegida, se está llevando el gato al agua.
Los gatos encajan en el modelo social y superan a los perros como mascotas en todos los países occidentales
Toni Merigó - La Vanguardia - 08/05/2005
Es una tendencia clara en Estados Unidos y Europa. Los gatos ganan terreno a los perros de una manera lenta, pero constante. Hoy en día solamente la tríada formada por España, Portugal y Grecia mantiene una proporción mayor de perros que de gatos en los hogares, aunque esa situación podría cambiar en los próximos años.
De hecho, España parece seguir el mismo camino que sus colegas occidentales, como se desprende de un estudio de Euromonitor que habla de un estancamiento en el número de perros entre los años 2002 y 2003. El informe concluye que las mascotas de pequeño tamaño, incluidas ciertas razas de perros, "se ven beneficiadas por el creciente coste de la vivienda en las áreas urbanas, normalmente con una o dos habitaciones y que raramente tienen jardín. Además, cada día es más habitual entre las jóvenes parejas que trabajen ambos miembros, un hecho que ha reducido significativamente el tiempo disponible para cuidar a las mascotas".
Las razones estructurales que favorecen más al gato que al perro son claras: "Dan menos trabajo y atan menos", explica el veterinario Antoni Prats, reconocido experto en el mundo de los gatos y director de la revista Animalia. "Es más barato", apunta Xavier Manteca, profesor del máster de comportamiento de animales domésticos que se imparte en la Universitat Autònoma de Barcelona. Efectivamente, el coste de alimentación es inferior, ya que guarda estrecha relación con el tamaño del animal. Normalmente, un gato pesa entre tres y cinco kilos, y la ingesta de alimentos suele ser inferior a la gran mayoría de perros. Además, el gato regula su alimentación y no tiende a la obesidad, como los perros, aunque disponga siempre de comida. Esto permite que a su propietario le baste poner comida una vez al día, o en más cantidad si se ausenta.
Aunque los gatos requieren juegos y caricias de su amo para su salud psíquica, sobre todo cuando viven sin congéneres, otro factor a su favor es la cantidad de tiempo que permanecen quietos y sin precisar cuidado alguno, es decir, las 16 horas al día de media que dedican a dormir.
Dolors Torner, directora de la fundación Affinity, aporta más motivos para explicar esta victoria gatuna: "El gato conecta sobre todo con personas que viven solas, que cada día son más. Y especialmente con mujeres que trabajan y profesionales en general. El poco tiempo que requiere cuidar a un gato es muy importante. Les basta comida, agua fresca y la arena limpia para sus necesidades. Más que el tamaño de los pisos creo que es la agenda repleta lo que les favorece. Evidentemente, la tenencia de gatos es más cómoda".
También su hedonismo sintoniza con los propietarios de hoy en día, que se muestran comprensivos con un carácter que en otro tiempo hubiera sido tildado simplemente de egoísta. "Los gatos son seres muy sibaritas -dice Torner-. Los que viven en la calle sin amo, si pudiesen hablar, pedirían alimentación variada, calefacción en invierno y lugares frescos en verano".
Manteca, apunta que el gato no sólo requiere menos atención, sino que también "se adapta a las ausencias largas del propietario. El perro doméstico, en cambio, sufre lo que llamamos ansiedad por separación, que implica una respuesta de miedo con conductas destructoras de objetos, defecaciones y orines, ladridos... En el gato, esas conductas ocurren raramente". Precisamente su silencio es otra de las grandes ventajas de elegir un gato como acompañante, en una sociedad en que la tranquilidad se ha convertido en un bien escaso y apreciado.
La mitad de las consultas
Alfred Agustí, veterinario en el barrio barcelonés de Gràcia, recuerda que hace unos 10 años, en su clínica los gatos no representaban más del 10% de las consultas, cuando ahora ya son la mitad. "La comodidad es clave, pero también los valores que desprende. Mucha gente que vive sola se ve reflejada en su gato, que también es un ser solitario. Es decir, lo puramente pragmático se suma a una cierta identificación con el animal".
En efecto, según la empresa Affinity, de los 2,8 millones de gatos domésticos que se calculan en España, un 57% vive en hogares de una sola persona. La inmensa mayoría son gatos comunes, y del resto -minoritario- destacan las razas siamés y persa. Los últimos estudios sobre la genética de los gatos domésticos han demostrado que las diferencias entre las razas, incluso con el gato montés, son mínimas, al contrario que en otros animales que conviven con el hombre.
De hecho, el gato es el más tardío entre los animales domesticados por el hombre, lo que explica que las diferencias genéticas entre el gato casero y el salvaje no se hayan desarrollado tanto como en los perros y animales como caballos, ovejas, cabras, vacas y carneros, todos ellos ya especies distintas a sus antecesoras salvajes.
Es curioso observar que las primeras referencias históricas en que aparecen gatos domesticados también sean tardías; la primera, en pinturas egipcias en torno a 1.500 a. C., y que en el Antiguo Testamento, al contrario que el resto de animales, el gato no aparezca hasta la Carta de Jeremías, del siglo II a. C.,mentado además tras enumerar otras especies libres.
El componente salvaje más acentuado del gato, que conserva algunas conductas instintivas que molestan a sus amos, ha sido tradicionalmente el punto débil para su expansión dentro de los hogares, que no siempre quedaba compensado con su trabajo de limpieza de pequeños roedores, la gran virtud que los acercó a los humanos. Hoy, la extensión de la castración evita los ruidosos celos en las gatas y las pulverizaciones de los gatos. "Un celo de una gata es insoportable para las personas que viven cerca", dice Antoni Prats, quien asegura que la práctica de la esterilización, tanto para gatos como para gatas, es cada vez es más común, y elimina un gran número de molestias (marcaje, chillidos de la gata, peleas...). Según los datos de Affinity, sin embargo, solo el 28% de los gatos han sido esterilizados.
Otro factor que parece que se va superando son los prejuicios, que provienen de la antigua asociación de los gatos a los malos augurios y a la brujería, justificados aún por algunos por el carácter traidor e imprevisible de estos animales, además de por sus misteriopartir sas pupilas alargadas. "Todo es falso -afirma tajante Prats-. Si hay gatos malos, agresivos o que incluso atacan a sus amos sólo se debe a una deficiente socialización en su infancia. La escala pediátrica de un gato es más rápida que en los perros, y el trato que recibe entre las dos y las siete semanas de vida es clave para su relación con los humanos. Aunque hay razas un poco más tranquilas que otras, la clave es la convivencia y las caricias humanas en ese corto periodo".
La tradicional relación que se establecía entre el gato y la mujer, por com-el sambenito de cierta propensión a la maldad es, evidentemente, obsoleta. Al contrario, la relativa feminización de la sociedad favorece también la expansión del gato. En general, según Prats, "las mujeres se relacionan mejor con los gatos que los hombres, captan mejor el tipo de relación suave que les gusta. Su tono de voz, la manera de agacharse, de cuclillas y no inclinando la espalda, como hacen habitualmente los hombres... gustan a los animales". "En un congreso -añade Torner- un ponente llegó a decir que las mujeres tienen mejor relación con los gatos que con los hombres.Me parece fuera de lugar. Los gatos simplemente se relacionan mejor con las personas que les hablan con suavidad.No les gustan los gritos ni los ruidos fuertes, vengan de donde vengan".
El gato también es una mascota que parece tener especial predicamento entre los homosexuales. "No hay estudios que lo demuestren, pero es algo que los veterinarios notamos en nuestra práctica diaria". Para Torner, "el gato lo encontramos en todas las capas de la sociedad, desde gente mayor, jóvenes solos y hogares con niños. No tengo constancia de datos que demuestren esa supuesta predilección de los homosexuales. Sólo recuerdo una ponencia de una clínica especializada en gatos, que explicó que muchos de sus clientes eran homosexuales".
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