Rajoy i el mite de Sísif
Avui el diari ABC em publica l'article que podeu llegir a continuació:
Rajoy y el mito de Sísifo
Sísifo tenía que empujar cada día una piedra por una ladera. Tanto esfuerzo era baldío, pues cada jornada, remontada la roca, ésta volvía a caer. Se han hecho muchas interpretaciones sobre este mito, probablemente la primera sea la de Homero en La Odisea. También las hay que lo asocian con la idea de absurdo, como lo hace Albert Camus, cuando describe la realización de una tarea sin un propósito razonable y sabiendo que una y otra vez deberá iniciarse el trabajo de nuevo. O aquellas que ven en Sísifo a esa persona que empuja perpetuamente la piedra cuesta arriba como castigo por alguna ofensa cometida.
En el caso de Rajoy, ignoro si tiene alguna ofensa pendiente, aunque puedo llegar a imaginar los «pecados» que acumula para con la sociedad española a partir de su participación activa en el aznarato. En su caso, la tarea absurda es la de levantarse cada día e intentar aparecer como candidato convincente y convencido del PP y líder de la derecha española.
Lejos de parecer creíble, lo único cierto es que Rajoy se levanta candidato y se acuesta temiendo las pesadillas nocturnas y que llegue el día en que le falte el convencimiento necesario para afrontar mitines y ruedas de prensa. Como ya dijo Zapatero, el PP es el único partido donde hay más peleas por ser el número 2 que el número 1, a sabiendas de que el número 1 está destinado de antemano a hacer mutis por el foro tras la nueva derrota electoral que le espera.
Por más que él, de forma patética lo pida, ¿alguien es capaz de vislumbrar el día en que Rajoy tenga un momento de liderazgo sin discusión? Desde que fue nombrado a dedo, Rajoy no solo ha perdido unas elecciones, para suerte de los españoles, diluyendo de paso la mayoría absoluta con la que Aznar se amparó para llevarnos a la guerra, sino que ha tenido que luchar constantemente contra la enorme desconfianza que genera entre los suyos y entre los que desde las ondas de algunas emisoras de radio y televisión y desde las páginas de algunos diarios que en principio debieran ayudarle.
El balance del aznarato y su propia derrota en 2004 lastran al Sísifo-Rajoy. Y por si no fuera suficiente ahí están Acebes y Zaplana insistiendo cada día en recordar a los españoles que la victoria de Rajoy implicaría su vuelta. A la espera, quizá, del gran retorno de Aznar, si se cansa de hacer negocios por el mundo. Sólo le faltaba el amago de Rato. La única suerte de Rajoy es que él, a diferencia de Sísifo, sí será jubilado.
Rajoy y el mito de Sísifo
Sísifo tenía que empujar cada día una piedra por una ladera. Tanto esfuerzo era baldío, pues cada jornada, remontada la roca, ésta volvía a caer. Se han hecho muchas interpretaciones sobre este mito, probablemente la primera sea la de Homero en La Odisea. También las hay que lo asocian con la idea de absurdo, como lo hace Albert Camus, cuando describe la realización de una tarea sin un propósito razonable y sabiendo que una y otra vez deberá iniciarse el trabajo de nuevo. O aquellas que ven en Sísifo a esa persona que empuja perpetuamente la piedra cuesta arriba como castigo por alguna ofensa cometida.
En el caso de Rajoy, ignoro si tiene alguna ofensa pendiente, aunque puedo llegar a imaginar los «pecados» que acumula para con la sociedad española a partir de su participación activa en el aznarato. En su caso, la tarea absurda es la de levantarse cada día e intentar aparecer como candidato convincente y convencido del PP y líder de la derecha española.
Lejos de parecer creíble, lo único cierto es que Rajoy se levanta candidato y se acuesta temiendo las pesadillas nocturnas y que llegue el día en que le falte el convencimiento necesario para afrontar mitines y ruedas de prensa. Como ya dijo Zapatero, el PP es el único partido donde hay más peleas por ser el número 2 que el número 1, a sabiendas de que el número 1 está destinado de antemano a hacer mutis por el foro tras la nueva derrota electoral que le espera.
Por más que él, de forma patética lo pida, ¿alguien es capaz de vislumbrar el día en que Rajoy tenga un momento de liderazgo sin discusión? Desde que fue nombrado a dedo, Rajoy no solo ha perdido unas elecciones, para suerte de los españoles, diluyendo de paso la mayoría absoluta con la que Aznar se amparó para llevarnos a la guerra, sino que ha tenido que luchar constantemente contra la enorme desconfianza que genera entre los suyos y entre los que desde las ondas de algunas emisoras de radio y televisión y desde las páginas de algunos diarios que en principio debieran ayudarle.
El balance del aznarato y su propia derrota en 2004 lastran al Sísifo-Rajoy. Y por si no fuera suficiente ahí están Acebes y Zaplana insistiendo cada día en recordar a los españoles que la victoria de Rajoy implicaría su vuelta. A la espera, quizá, del gran retorno de Aznar, si se cansa de hacer negocios por el mundo. Sólo le faltaba el amago de Rato. La única suerte de Rajoy es que él, a diferencia de Sísifo, sí será jubilado.
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