Avui el diari EL MUNDO em publica aquesta entrevista estiuenca.
EL FACTOR SOLAR
«Este verano voy a recorrer EEUU, en plan ‘Thelma y Louise’»Miquel Iceta Viceprimer secretario del PSC
Laura Fernández / Leticia Blanco
EL MUNDO, 19.08.07
BARCELONA.- Pedirle a un político que pose chapoteando en una piscina fuera de campaña electoral sea probablemente pedir ¿demasiado? Con Iceta, no. «No te preocupes. Cuando eres bajito y gordo acabas por no tener sentido del ridículo», responde con los pantalones remangados y Coca-Cola Light en mano («el doctor me tiene frito con lo del azúcar»), en la terraza del Hotel 1898.
Leticia Blanco.-¿Vacaciones a la vista?
Miquel Iceta.- Un viaje en coche por Estados Unidos, de costa a costa. Vamos mi novio y yo y una pareja de amigos de Manresa. Empezamos en San Francisco y terminaremos en Nueva York, quince días.
Laura Fernández.- ¿Un poco Thelma y Louise, no?
M. I.- Pelma y Louise, más bien (se ríe).
L. B.- Menuda ruta.
M. I.- Sí, pero nos encanta el país. Pararemos en Salt Lake City, luego iremos a Cheyenne, la capital de Wyoming y pasaremos por Omaha, en Nebraska, aunque allí lo único que hay que ver es una base militar. Luego bajaremos por Chicago, Washington y Filadelfia. Luego vamos a Menorca para recuperarnos.
L. B.- Medio mes en la carretera requiere, como mínimo, una buena banda sonora para aguantar el viaje.
M. I.- Cuando lleguemos al final, a Filadelfia, sonará el Streets of Filadelfia de Springsteen. Por el camino escucharemos lo que nos gusta, música suave. Soy muy fan de Elton John, de James Taylor, de los Carpenters y todo eso que los americanos llaman happy listening.
Iceta empieza a hablar de música y no hay quien le pare. En su blog suenan las Indigo Girls y Supertramp. En el hilo musical de la azotea del 1898 se escucha una de las recopilaciones lounge de Hôtel Costes, y la tararea. Ya no baila ni sale demasiado, cuenta, pero en sus tiempos mozos le encantaban los hits de divas negras a lo Donna Summer, Gladys Knight y Roberta Flack. «Me acuerdo del final de campaña de Gerard Schröder, en el 98, cuando salió elegido. De repente empezaron a sonar las Weather Girls con su It’s raining men. Me quedé alucinado». Las elecciones alemanas no son las únicas que ha seguido in situ. Iceta se pateó a finales de los 80 medio Estados Unidos con una beca, asistiendo a las convenciones demócratas y tomando nota del savoir faire de los expertos en comunicación política estadounidenses. Todavía relata con pasión el ascenso y caída del candidato que ganó las primarias demócratas en el 88, Mike Dukakis, que perdió las generales contra Bush padre. Estuvo allí con Trías Fargas y Suárez, de espectador privilegiado.
M. I.-Tienen cosas muy buenas. Aunque a veces se pasan. Me acuerdo cuando le solté al editor de un diario que no entendía el odio repentino hacia Nicaragua. ‘¿Cómo va a ser vuestro enemigo mortal, si os caben cuatro Nicaraguas dentro de Texas?’. A veces pienso que todos los países deberíamos tener derecho a votar en las elecciones americanas. Al fin y al cabo, lo que deciden nos influye muchísimo al resto del mundo.
L. B.- Siente una verdadera fascinación por América, ¿no?
M. I.- Es un país de contrastes. El verano pasado estuvimos en California y fuimos a Las Vegas, la horterada hecha negocio y aglamurada. Obligué a todos a un concierto de Gladys Knight, por supuesto.
L. F.- ¿Siempre a EEUU?
M. I.- No, en Semana Santa nos escapamos a la Costa Azul. Hicimos la ruta de los Cátaros y llegamos a Rennes-le-Château, siguiendo las pistas del tesoro de El Código da Vinci. Estaba lleno de catalanes que decían: ‘mira, tú, ¡pero si es Iceta!’.
L. B.- ¿Sólo viaja en verano?
M. I.- No, a veces hacemos escapadas a París. A Angel, mi pareja, le encanta ir de rebajas de vez en cuando.
L. F.- ¿Y no tiene pueblo?
M. I.- Por supuesto. Se llama Briviesca, donde el que no caza pesca. Pasa un río precioso, el Oca, y se pescan cangrejos. Tiene lo que todos los pueblos: chorizo, tortilla de patatas, frontón, bicis y motos.
L. B.- ¿Pasó muchos veranos de niño?
M. I.- Mi familia estaba bastante obsesionada con los idiomas, algo de lo que me alegro ahora profundamente, así que de pequeño pasé muchos veranos en Francia e Inglaterra. También me he quedado en Barcelona algunos veranos, mis primeros trabajos fueron clases particulares y en una farmacia, con bata y todo.
L. F.- ¿Se ha quedado alguna vez de rodríguez?
M. I.- Claro, pero soy un desastre total. No sé ni freír un huevo, así que siempre me hago tortilla francesa. Eso sí, soy el rey de calentarme las cosas.
L. B.- ¿Gazpacho o vichisoise?
M. I.- El gazpacho me repite. Soy más del salmorejo. La esqueixada me pirra. Y también el zumo de tomate y el de sandía bien fresquito. De helado, mi favorito era el 57, uno que hacía La Menorquina, como un corte de chocolate delicioso. La menta blanca también, aunque no suelo beber alcohol jamás.
L. F.- ¿Y qué se lleva en la maleta?
M. I.- Camisetas que sean de algodón muy fresco, shorts, gafas de sol y gorra: no soporto el sol. En la playa no puedo estarme quieto. O leo o hago submarinismo.
LA RECOMENDACION. No abandona la política en verano. Al menos, en lo que a sus lecturas se refiere. Adora los casos del comisario Brunetti, así que puede que caiga algo en bolsillo de Donna Leon, pero el grueso de sus lecturas estivales se centran en el panorama político. En la maleta que viajará a Menorca aguardan títulos como El legado político de Blair de Rosa Massagué, Amor líquido de Zygmunt Bauman y La transformación de la política de Daniel Innerarity (ganador de los premios Miguel de Unamuno y Nacional de Literatura).