A la dreta de la dreta
Avui el diari ABC m'ha publicat l'article "A la derecha de la derecha" que trobareu a continuació.
A la derecha de la derecha
Después de 15 años en los que el PP impidió su celebración, el pasado lunes tuvo lugar el primero de los dos “cara a cara” previstos en esta campaña electoral. Se trata de una buena noticia y es signo de salud y normalidad democráticas.
Todas las encuestas han dado como ganador al aspirante socialista y actual Presidente del Gobierno, José Luís Rodríguez Zapatero. ¿Por qué perdió Rajoy? En mi opinión, Rajoy, al cual veíamos enfrentarse a Zapatero por primera vez en esta legislatura sin el apoyo hooligan de los incondicionales y alborotadores diputados de la bancada popular, se mostró tal cual es. Y ello resumido en tres actitudes muy negativas para su imagen, que definen su pensamiento y su política. A saber.
Negación de la realidad. Rajoy negó constantemente una evidencia: en las elecciones se enjuicia el período de más avance social, de más políticas de igualdad y reconocimiento de derechos de los últimos 20 años. Esta actitud negacionista le desacredita como líder.
Insulto al adversario. Un líder de un partido que llama mentiroso al Presidente del gobierno más de 15 veces y no duda en recurrir al insulto y a la crítica sin argumentos se desacredita por sí solo al evidenciar que su único argumento es la crispación.
Utilización de la inmigración y del terrorismo como argumento electoral. Su empeño en trazar una línea entre inmigrantes y nacionales es de una temeridad rayana en el racismo. Sus argumentos fueron pobres, falsos y manipuladores. Su actitud permanente de no apoyar al gobierno en la lucha contra ETA y su acoso y utilización constante del terrorismo y las víctimas contra Zapatero en estos 4 años es de una deslealtad extrema, pero su acusación al Presidente de agredir a las víctimas fue la más grave frase que se haya lanzado jamás en un debate de este tipo. Sólo por ello quedó desacreditado como candidato a la presidencia, y como político.
Como he sostenido muchas veces, el problema de la derecha que encabeza Mariano Rajoy, acompañado de los Acebes, Zaplana, Cañete o Pizarro, es que no ha dejado espacio a su derecha, aglutinando en su seno a todas las tendencias conservadoras y ultras de España, al precio de aceptar que los sectores más extremos lleven la voz cantante. Es por ello que Rajoy hizo un discurso que contentó posiblemente a su público más ideológico, a este que viene a conformar toda una amalgama de opciones de derechas, alimentadas por el sector más integrista de la jerarquía católica, y por organizaciones ultraconservadoras. En este posicionamiento olvidó al público más moderado, centrado, y que busca un discurso menos catastrofista, menos marrullero, que reconozca lo que se ha avanzado, que haga crítica desde la lealtad institucional, que confronte proyectos, que aporte ideas, y, sobre todo, que no insulte, no mienta y no utilice electoralmente cuestiones que han de mantenerse al margen del debate político. Para estos sectores, en cambio, el Presidente Zapatero dio una imagen sólida, eficaz, consolidada, subrayando la confianza que ya había proporcionado Pedro Solbes en el debate económico en el que se impuso claramente a Manuel Pizarro.
Y por si fuera poco, el PP anuncia que si gana, los catalanes nos podemos olvidar del Estatut, de los 34.000 millones de euros en inversiones públicas del Estado, de la Agencia Tributaria Catalana, y que nos preparemos para el trasvase del Ebro y para separar a los niños en aulas distintas en función de su lengua materna. Por eso estoy convencido de la derrota del PP, porque una gran mayoría de los catalanes votarán al PSC en defensa propia.
A la derecha de la derecha
Después de 15 años en los que el PP impidió su celebración, el pasado lunes tuvo lugar el primero de los dos “cara a cara” previstos en esta campaña electoral. Se trata de una buena noticia y es signo de salud y normalidad democráticas.
Todas las encuestas han dado como ganador al aspirante socialista y actual Presidente del Gobierno, José Luís Rodríguez Zapatero. ¿Por qué perdió Rajoy? En mi opinión, Rajoy, al cual veíamos enfrentarse a Zapatero por primera vez en esta legislatura sin el apoyo hooligan de los incondicionales y alborotadores diputados de la bancada popular, se mostró tal cual es. Y ello resumido en tres actitudes muy negativas para su imagen, que definen su pensamiento y su política. A saber.
Negación de la realidad. Rajoy negó constantemente una evidencia: en las elecciones se enjuicia el período de más avance social, de más políticas de igualdad y reconocimiento de derechos de los últimos 20 años. Esta actitud negacionista le desacredita como líder.
Insulto al adversario. Un líder de un partido que llama mentiroso al Presidente del gobierno más de 15 veces y no duda en recurrir al insulto y a la crítica sin argumentos se desacredita por sí solo al evidenciar que su único argumento es la crispación.
Utilización de la inmigración y del terrorismo como argumento electoral. Su empeño en trazar una línea entre inmigrantes y nacionales es de una temeridad rayana en el racismo. Sus argumentos fueron pobres, falsos y manipuladores. Su actitud permanente de no apoyar al gobierno en la lucha contra ETA y su acoso y utilización constante del terrorismo y las víctimas contra Zapatero en estos 4 años es de una deslealtad extrema, pero su acusación al Presidente de agredir a las víctimas fue la más grave frase que se haya lanzado jamás en un debate de este tipo. Sólo por ello quedó desacreditado como candidato a la presidencia, y como político.
Como he sostenido muchas veces, el problema de la derecha que encabeza Mariano Rajoy, acompañado de los Acebes, Zaplana, Cañete o Pizarro, es que no ha dejado espacio a su derecha, aglutinando en su seno a todas las tendencias conservadoras y ultras de España, al precio de aceptar que los sectores más extremos lleven la voz cantante. Es por ello que Rajoy hizo un discurso que contentó posiblemente a su público más ideológico, a este que viene a conformar toda una amalgama de opciones de derechas, alimentadas por el sector más integrista de la jerarquía católica, y por organizaciones ultraconservadoras. En este posicionamiento olvidó al público más moderado, centrado, y que busca un discurso menos catastrofista, menos marrullero, que reconozca lo que se ha avanzado, que haga crítica desde la lealtad institucional, que confronte proyectos, que aporte ideas, y, sobre todo, que no insulte, no mienta y no utilice electoralmente cuestiones que han de mantenerse al margen del debate político. Para estos sectores, en cambio, el Presidente Zapatero dio una imagen sólida, eficaz, consolidada, subrayando la confianza que ya había proporcionado Pedro Solbes en el debate económico en el que se impuso claramente a Manuel Pizarro.
Y por si fuera poco, el PP anuncia que si gana, los catalanes nos podemos olvidar del Estatut, de los 34.000 millones de euros en inversiones públicas del Estado, de la Agencia Tributaria Catalana, y que nos preparemos para el trasvase del Ebro y para separar a los niños en aulas distintas en función de su lengua materna. Por eso estoy convencido de la derrota del PP, porque una gran mayoría de los catalanes votarán al PSC en defensa propia.
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