POLÍTICA NO ES SINÓNIMO DE BRONCA
Artículo publicado en
Expansión,
el
9 de
mayo
de 2006
Para
alejarme ni siquiera unos instantes de las actuales
turbulencias por las que atraviesa la política catalana,
evito limitar mis comentarios políticos a la cuestión del
nuevo Estatuto de Cataluña y al grave error cometido por ERC
al decidirse por un NO que, de triunfar, supondría un grave
perjuicio para el autogobierno de Cataluña. Afortunadamente,
me proporcionan elementos de reflexión noticias como la de
la firma de un pacto social entre gobierno, sindicatos y
patronal para la reforma y mejora del mercado laboral.
Antes
de entrar a comentar algunos de los principales e
importantes aspectos de dicho pacto quiero, con carácter
previo, hacer tres reflexiones: La primera es que, como ya
ha quedado demostrado en reiteradas ocasiones, el ruido
constante que provoca la táctica opositora del Partido
Popular, es incapaz de ocultar o oscurecer los avances que
suponen las políticas que desarrolla el gobierno de José
Luis Rodríguez Zapatero al servicio de los ciudadanos,
precisamente porque éste ha decidido ignorar la provocación
y dedicar lo mejor de su esfuerzo a aquello para lo que fue
elegido por los ciudadanos: resolver problemas reales.
La
segunda, esencial para entender estos dos últimos años de
gobierno, es que sus acciones están presididas por la
voluntad de diálogo y de pacto. Una voluntad que sólo
encuentra obstáculos cuando topa con la estrategia del
Partido Popular que sólo estriba en oponerse por sistema al
gobierno, aunque ello suponga renunciar a participar en
políticas cuyo único objetivo es servir a los intereses de
los ciudadanos. En esta ocasión, al tratarse de un pacto
social, el PP no ha sido obstáculo para alcanzar un acuerdo,
a pesar de la lógica dificultad de todo diálogo social. Sólo
la voluntad de todas las partes implicadas y la tenacidad
del ministro Caldera lo ha hecho posible. Estoy convencido
de que el empecinamiento del PP en oponerse a todo por
principio, le va a encadenar a la dura oposición por mucho
tiempo.
Tercero, y por hacer un poco de memoria, la comparación
entre esta reforma laboral y similares empeños del Partido
Popular es otro de los indicadores que marcan la diferencia.
¿O es qué nadie se acuerda de los “decretazos” del gobierno
Aznar en materia socioeconómica? Es de justicia decir que
estamos ante una reforma que pone al día y actualiza el
mercado laboral y su sistema de contratación a las
necesidades del siglo XXI. Un acuerdo que tiene como
principal objetivo el de reducir la temporalidad laboral
consolidando el trabajo estable como elemento esencial, sin
que ello suponga ineficiencia del mercado, sino estabilidad
de las plantillas, sin que ello perjudique a nadie sino que
beneficie al conjunto de los actores implicados. Todos
coincidimos en que un exceso de temporalidad laboral, sobre
todo para los jóvenes, es el principal problema que tiene
hoy en día el mercado de trabajo.
La
mejora del contrato de inserción, del de formación, la
regulación adecuada de la cesión ilegal de trabajadores, los
incentivos a la contratación indefinida, la reducción de las
cotizaciones empresariales, la mejora de la inspección de
trabajo, o la ampliación de la protección por desempleo, son
algunos de los aspectos que hacen de la reforma un acierto,
que merecen una felicitación para los firmantes, y que ponen
en evidencia a quienes abominan del pacto como forma de
hacer política, a quienes se entristecen de los aciertos del
gobierno a pesar de que supongan mejoras para los
ciudadanos, y a quienes piensan que política y bronca son
sinónimos.
Miquel Iceta Llorens
Viceprimer secretario y portavoz del PSC
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