LAS RAZONES DEL SÍ
Artículo publicado en
El País,
el
15 de
febrero
de 2005
El problema de los referendos es que reducen
las opciones a cuatro: sí, no, voto en blanco o abstención.
La abstención sólo sirve para deslegitimar la consulta
directa a los ciudadanos, argumento que esgrimen los
adversarios de la democracia participativa. Si tenemos en
cuenta que el voto en blanco no tiene más efecto que el de
señalar las insuficiencias del sistema o la incapacidad de
los defensores del sí y del no para convencerle a uno, sólo
hay dos opciones que producen efectos prácticos, el sí y el
no. En los síes y en los noes se mezclan opciones distintas,
incluso de signo contrapuesto, y no debiéramos
escandalizarnos por ello. Pero sí debemos discutir los
efectos bien distintos de la victoria del sí y de la
victoria del no.
La victoria del sí supondría la ratificación
de la Constitución y, con ella, un avance razonable del
proceso de construcción europea. La victoria del no
supondría consagrar lo acordado en Niza y dejar para mejor
ocasión un nuevo intento de avanzar. Aplazar sine die un
acuerdo, pretendiendo que ello permitirá mejorar
sustancialmente el texto que se nos propone, es una
temeridad. Estamos convencidos de que el rechazo de esta
Constitución sería capitalizado en Europa por quienes
quieren detener el proceso europeo, limitándolo a su
vertiente económica en un marco de estricta cooperación
intergubernamental, limitando la integración política y
soslayando la política social. Basta sólo con analizar
quiénes han votado no a la Constitución en el Parlamento
Europeo (de 137 votos, 95 corresponden a posturas
euroescépticas o antieuropeas).
Quienes defienden el no sostienen que el
tratado constitucional que se somete a referéndum no es
suficientemente democrático, ni suficientemente europeísta,
ni suficientemente social, ni suficientemente ecologista, ni
está suficientemente atento a las aspiraciones de las
naciones sin Estado. Son afirmaciones harto discutibles.
La crítica al déficit democrático de la Unión
Europea es antigua y, hasta este momento, bastante certera.
Pero la Constitución europea nos propone un sistema más
democrático que el actual al establecer una doble
legitimidad de la Unión Europea (de los Estados y de los
ciudadanos), al fundamentarse en valores (artículo I-2), al
señalar objetivos comunes (artículo I-3), al fortalecer los
derechos (carta de derechos fundamentales contenida en la
parte II), al establecer la ciudadanía europea y la
personalidad jurídica de la Unión, al reforzar el papel
decisivo del Parlamento Europeo, al simplificar el sistema
de toma de decisiones, al aumentar las materias objeto de
decisión por mayoría, al simplificar el tratado desde el
punto de vista jurídico, al instituir el derecho de
iniciativa legislativa popular, al otorgar a los parlamentos
nacionales el control efectivo sobre la subsidiariedad, al
establecer el sistema de cooperaciones reforzadas, al dar
más estabilidad a la presidencia del Consejo Europeo y al
crear un ministro de Asuntos Exteriores de la Unión.
Aspectos todos ellos valorados de forma positiva por el
Parlamento Europeo, que ha aprobado por 500 votos contra 137
el informe Méndez de Vigo-Corbett sobre la Constitución
europea.
Las críticas sobre una pretendida falta de
ambición europeísta pierden fuelle si tenemos en cuenta que
la Constitución que se somete a referéndum cuenta con el
apoyo del Movimiento Europeo y, en Cataluña, del Consell
Català del Moviment Europeu.
Las críticas sobre una pretendida falta de
ambición social se diluyen bastante si tenemos en cuenta el
apoyo al tratado constitucional de la Confederación Europea
de Sindicatos y, en Cataluña, de la Comissió Obrera Nacional
de Catalunya y de la UGT de Cataluña.
Las críticas sobre una pretendida falta de
sensibilidad ecologista se desvanecen habida cuenta del
apoyo a la Constitución que se somete a referéndum de más de
dos tercios de los diputados verdes en el Parlamento
Europeo.
Las críticas sobre una nula atención a las
aspiraciones de las naciones sin Estado pierden fuerza
habida cuenta del apoyo al tratado constitucional del
Partido Nacionalista Vasco, de la Conferencia de Presidentes
de Regiones con Poder Legislativo (REGLEG) y de la
Conferencia de Presidentes de Asambleas Legislativas
Regionales Europeas (CALRE).
Sorprenden los defensores del no al pretender
dar lecciones de democracia al Parlamento Europeo, de
europeísmo al Movimiento Europeo, de política social al
sindicalismo europeo, de sostenibilidad a los verdes
europeos y de nacionalismo al Partido Nacionalista Vasco.
¿No harían mejor en atender las razones que todos ellos
esgrimen para votar sí?
Miquel Iceta Llorens
Viceprimer secretario y portavoz del PSC
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