Prisión inmediata
Un político en activo tiene que ingresar en la cárcel al aplicarse la
sentencia del Tribunal Supremo por un delito de financiación irregular de un
partido. Hasta aquí poco habría que comentar. Las sentencias hay que
cumplirlas. También las que afectan a políticos. Pero aquí van varias
reflexiones. El Supremo no ha esperado a que el Tribunal Constitucional
admitiera a trámite los recursos de amparo presentados por los sentenciados.
Tanta prisa corría? Se da la curiosa circunstancia de que un político, en
este caso Josep Maria Sala, se acoge a su condición de aforado como senador
y al dictarse la sentencia por el Supremo no dispone de una instancia de
recurso como cualquier otro ciudadano. Más complicado todavía: el resto de
condenados, sin ser aforados, han sido arrastrados por la causa hasta el
Supremo sin tener tampoco capacidad para recurrir en instancia ordinaria. A
todos los condenados se les ha aplicado la figura delictiva de la asociación
ilícita que, según asegura Sala, no ha podido ser probada documentalmente.
Estos tecnicismos jurídicos --siempre muy importantes en la aplicación de
las leyes-- no pueden obviar la cuestión de fondo que es la financiación
irregular de los partidos que ha sido práctica común en la mayoría de ellos
desde la transición. La hipocresía es tan antigua como la política. Pero no
está tipificada como delito.
LLUÍS FOIX
Copyright La Vanguardia 1997