Javier Soto, esa voz amable Artículo de Jordi Font, publicado en EL PERIODICO
Al día siguiente del entierro de Javier Soto, trato de hablar con Ricardo y llamo al teléfono de la casa que ambos han compartido. Me sobrecoge la voz de Javier, aún en el contestador: "...Ahora no estamos, deja el recado y luego te llamaremos...". Ese tono amable suyo, como tratando de quitarle hierro a la cosa.Así le recuerdo. Especialmente en los recientes altibajos internos del PSC, en situación de discrepancia mutua, cuando lo habitual es el ceño fruncido y la mirada airada. Entonces, él se acercaba y te decía unas palabras de preocupación o simplemente intrascendentes pero cálidas. Como si tratara de preservar, por encima de todo, un sustrato de complicidad humana, ese calor elemental que nace de sabernos iguales y necesitados.
Le recuerdo de mucho antes, cuando organizó aquel Congreso de la Joventut Socialista en un túnel de metro, bajo la Ronda. Se sentía representante de los del túnel,de cuantos -por jóvenes, por suburbiales o por diferentes- estaban destinados a discurrir bajo el asfalto de lo establecido. Congenió con los que veníamos de la revuelta cultural de los 60 y los 70; hicimos causa común contra yuppies,tecnócratas y carreristas. Descubrió raíces insospechadas en la Catalunya de los viejos poumistas, algo libertarios, como Pep Jai, Fernández Jurado... Desde su posición de líder de la JSC, fue decisivo en la segunda fase de la unidad de los socialistas catalanes, cuando tuvo lugar la unificación real, no ya jurídica sino de fondo.
En el contestador, Javier dice que ahora no está, pero que luego nos va a llamar. Seguro. Muchas veces resonará en nuestro oído su voz amable, el calor del hombre bueno que fue. Como una apelación íntima al qué y al cómo de nuestro compromiso.