Article de Joan Reventós, publicat a La Vanguardia La muerte de Xavier Soto nos ha producido a muchos de nosotros, socialistas catalanes, un sentimiento de dolor, limpio, pero muy profundo. El que produce la muerte de un joven. La muerte, que tan bien recoge una poesía de Joan Maragall, el abuelo del Alcalde de Barcelona, que empieza: "Te'n vas anar amb aquell ponent dolcíssim".
Soto es el primero que se nos va de la nueva generación de socialistas, surgida a la acción política en el posfranquismo. Para los mayores como yo el dolor sabe a dolor de padre, sabe a error de la naturaleza, sabe a estafa por un cambio, irracional y absurdo en el orden de salida.
En la grandiosa luminosidad del cementerio mediterráneo de Sant Pere de Badalona, frente al mar azul, un día amable de enero, cuando enterramos los restos de Xavier, ante los ojos húmedos de familiares, amigos y compañeros, me vinieron a la memoria unas palabras de Lalo, viejo socialista vasco, compañero de Rubial y de Redondo, al que hace años le oí decir: "A los socialistas no se les entierra, se siembran". Estoy seguro de que es así. Estoy seguro de que Xavier Soto va a continuar entre nosotros de otra forma. En la memoria de muchos, con la herencia que nos lega de su compromiso con sus ideales.
Nació en Badalona a finales de 1961, en el seno de una familia obrera. Comenzó a trabajar a los 16 años, en el puerto de Barcelona, lo que compaginó con sus estudios de licenciatura de Derecho. Se incorporó al socialismo, y vivió muy joven el proceso de unidad del socialismo catalán. Fue elegido en 1981 primer secretario de la Joventut Socialista de Catalunya, cargo que ocupó durante 10 años. Militante de la UGT, en 1983 ocupó el escaño que dejaba Francisco Ramos. Fue el diputado más joven de la historia del Congreso de los Diputados.
En 1984 dejó este escaño para ser elegido diputado en el Parlament de Catalunya, en el que ha permanecido durante las tres últimas legislaturas. En el congreso de Girona del PSC fue elegido miembro de la comisión ejecutiva y asumió la secretaría de formación. Reelegido en el 7º congreso, desempeñaba hasta su muerte la secretaría de movimientos sociales.
Más allá de sus datos biográficos, Xavier era hijo de su generación y de su tiempo. Entendió y practicó la política en su sentido más noble. Era un enamorado de la política. Desbordaba, por su entrega desinteresada, lo que se entiende por un político formal. Su militancia fue siempre triple: política, cívica y cultural.
De sus años en la primera secretaría de la Joventut Socialista me parece adecuado recordar el congreso de la organización juvenil celebrado en un túnel del metro de la Ronda, en el que jóvenes de los suburbios y estudiantes simbolizaban el salir de debajo del asfalto establecido. De ahí nacieron algunas recordadas frases como "Debajo de cada cazadora de cuero negro late un corazón sensible y una piel que sufre". De ahí deriva su capacidad de inyectar aires nuevos a la política juvenil, nuevas ideas políticas dirigidas a la juventud, que sirvieron para hacer salir de la marginación formas de expresión de los jóvenes de Cataluña. El conocimiento de la realidad compleja de nuestra tierra explica su evolución hacia pautas ideológicas de catalanismo progresista.
Su compromiso firme y permanente con el socialismo, la lucha por la igualdad, la libertad y la solidaridad hicieron de él un joven con credibilidad, que él supo aunar a una disponibilidad permanente. Convencido de sus ideas, propias y claras, con los años se transformó en un dialéctico brillante, apasionado, incluso tozudo.
Su primera prioridad fue la lucha por la igualdad. Convencido de que las personas son fundamentalmente iguales, militó en diversas organizaciones de defensa de los derechos civiles de las minorías. Aunque a veces pareciese distante, su capacidad emocional se manifestaba con patentes muestras de indignación ante cualquier manifestación de injusticia o desigualdad. Su denuncia de las bolsas de pobreza en Cataluña, tanto las rurales, como las de los barrios suburbiales de los cinturones industriales de Barcelona y Tarragona, que él tan bien conocía, o la voluntad de acabar con la marginación de Ciutat Badía, explican la contundencia y dureza de sus intervenciones en el Parlament, dirigidas al conseller Antoni Comas por su política de Benestar Social. La dureza y firmeza de alguna de sus expresiones en la defensa de los intereses que estimaba legítimos, así como su fidelidad a la condición de joven de su tiempo, le valieron no pocas incomprensiones. La experiencia política acumulada aumentó su capacidad crítica e intensificó el sentido político, positivo y sugerente de sus críticas, en especial en su acción de denuncia del uso partidario de la Corporación de radio y Televisión por el Govern de la Generalitat. Su acción parlamentaria ponía de manifiesto su inteligencia y su talante irónico y terriblemente lúcido. Muchos socialistas podemos evocar anécdotas que nos unen política y emocionalmente a Xavier Soto; para acabar estas líneas evocaré dos. Una es la iniciativa personal de Soto a nadie consultada, y menos que a nadie a mí, de forzarme a hablar fuera de programa como primero de los oradores en el acto de clausura del congreso de Sitges. Un congreso complejo y difícil. Él era así. Espontáneo, simpático, lúcido, capaz por su entusiasmo y su enorme sensibilidad de apreciar lo delicado de cada momento concreto. Empujado por él allí estuve, improvisando a mi manera. La otra es más punzante, cuando conocedor de que su enfermedad avanzaba, por mediación de una íntima amiga suya, le hice llegar mi deseo de verle. "Dile a Joan -fue su respuesta- que sé muy bien lo que son sus visitas a enfermos. Ya le llamaré llegado el caso". El caso no llegará nunca. Sólo me queda expresar mi convicción de que hoy y en el mañana otros jóvenes con los mismos ideales, con la misma generosidad, con el mismo entusiasmo de Xavier mantendrán levantadas las banderas de la justicia y de la libertad y la igualdad.
Joan Reventós i Carner
Presidente del PSC