LA EXTRADICIÓN DE PINOCHET
¡Ojalá Franco hubiese sido detenido en un país extranjero
aprovechando una demanda contra él!
No hay duda de que
Pinochet debe ser juzgado. Por romper su juramento de
lealtad a la Constitución de la República de Chile. Por
traicionar al presidente Allende y llevarle al suicidio.
Por atentar contra la democracia y arrebatar los derechos
y libertades a sus conciudadanos. Por su responsabilidad
directa en miles de asesinatos, encarcelamientos sin
juicio, procesos sin garantías y torturas sanguinarias.
Delitos que no deben quedar impunes.
Lo mejor hubiese sido que
se hiciese justicia en Chile. Pero no pudo ser porque el
dictador chileno lo dejó todo mejor atado que Franco.
También hubiese sido preferible que Pinochet fuese juzgado
por el Tribunal Penal Internacional, pero su creación es
muy reciente. Por ello debemos apoyar que sea juzgado en
España, cuyos tribunales son competentes para ello, como
ha acordado por unanimidad la Sala de lo Penal de la
Audiencia Nacional. Por si estos argumentos no fuesen
suficientes, decenas de víctimas de su régimen dictatorial
eran ciudadanos españoles.
No cabe alegar que España
no actuó así con Franco. ¡Ojalá Franco hubiese sido
detenido, juzgado y condenado por un país extranjero
aprovechando un viaje y una demanda interpuesta contra él
en ese hipotético país!
El principio de en
defensa de los derechos humanos es de enorme importancia.
Un precedente de estas características puede evitar
asesinatos, torturas y vejaciones al saber los dictadores
que a partir de ahora no podrán refugiarse en ningún lugar
de la tierra. Una señal clara e inequívoca que no debe
verse hipotecada por intereses políticos, económicos,
militares o de otra índole.
El Gobierno español debe
tramitar la extradición de Pinochet con urgencia.
¡Faltaría más! Pero el señor Aznar debe responder sobre su
responsabilidad al nombrar y mantener en sus puestos al
fiscal jefe de la Audiencia Nacional y al propio fiscal
general del Estado, que le ha amparado en todo momento.
¿Cómo es posible que un gobierno democrático, que se dice
de centro, encomiende la defensa jurídica de los intereses
generales a personas que creen que las dictaduras son
desarreglos transitorios menores o que no deben
perseguirse delitos cometidos contra españoles fuera de
nuestro país? Muchos desconfiábamos de la cultura
democrática de algunos dirigentes de la derecha española,
pero este triste episodio no deja lugar a dudas: el barniz
centrista oculta una madera autoritaria. De no ser así, ni
Fungairiño ni Cardenal hubiesen sido nombrados o, en todo
caso, hubiesen sido destituidos de inmediato al conocerse
su posición respecto al caso Pinochet.
Otros deberían responder también por la incitación, el
apoyo, la colaboración o la comprensión del golpe de
Estado de Pinochet. Alguno incluso llegó a ser conseller
de la Generalitat. Pero lo urgente hoy es apuntar al
responsable del horror, lo necesario es juzgar y condenar
a Pinochet.
MIQUEL ICETA
LLORENS diputado socialista por Barcelona
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