LAS ELECCIONES EN EUSKADI
Hay quien quiere presentar el debate vasco en términos
Euskadi "versus" España
El
próximo día 25 de octubre se celebran elecciones en el País Vasco. Su
resultado marcará de forma decisiva el inicio de una nueva etapa
política en Euskadi y en las relaciones de esa comunidad autónoma con
el resto de España, causa de que la campaña electoral vasca suscite
tanto interés. El calor de la campaña se va a traducir en un mayor
nivel de participación electoral del que todos los demócratas debemos
alegrarnos.
Pero
preocupa que la campaña electoral se haya ido deslizando por una
pendiente de radicalidad que no siempre va pareja a la claridad con la
que deben enfocarse algunas cuestiones. En algunos temas podemos estar
incluso frente a un debate tramposo o trucado.
Hay
quienes quieren presentar el debate vasco en términos Euskadi "versus"
España. Planteado así el debate se pretende, desde diversos puntos de
vista, extraer un determinado rédito político electoral. Pero es un
falso planteamiento. Nos hallamos, sobre todo, frente a un debate entre
vascos. Entre vascos nacionalistas y vascos no nacionalistas, vascos
dispuestos a romper sus relaciones con el resto de España y vascos que
creen que el marco español les asegura y puede asegurar suficiente
nivel de autogobierno y no menor bienestar y seguridad. Me uno a
quienes discrepan de cualquier planteamiento de nacionalismo cerrado y
uniforme y, por desgracia, cualquier nacionalismo tiende a derivar
fácilmente hacia planteamientos homogéneos y totalizadores. Me sumo al
rechazo de una concepción de España que no impulse ni respete su
diversidad, su plurinacionalidad, su pluriculturalidad y su
plurilingüismo. Combato, pues, la exclusión y la uniformización, y
defiendo el pluralismo y la integración de diversidades, en el mejor
espíritu federal.
Y desde
este punto de vista la campaña vasca no está aportando demasiada
claridad. Los nacionalistas no precisan su proyecto, envueltos en la
nebulosa de la autodeterminación (sin explicar qué pregunta figuraría
en la papeleta de votación o qué pasaría si en algún territorio
histórico el resultado no coincidiese con el cómputo general). Y los no
nacionalistas parecen refugiarse estrictamente en la defensa de la
Constitución, sin precisar la evolución de ésta en el sentido de un
mejor reconocimiento de la plurinacionalidad de España.
El
virulento debate nacionalista ha obviado de forma absoluta el natural
debate político sobre políticas progresistas y sociales. ¿No le
convendría al País Vasco un compromiso mayor con el empleo y la
política social? ¿No está la falta de oportunidades también en la raíz
del radicalismo juvenil? Para salvar el foso abierto entre
nacionalistas y no nacionalistas, y para garantizar una mayor
sensibilidad social, confío en que un buen resultado del PSE-EE-PSOE
permita la reedición del pacto PNV-PSE-EA. Cualquier otra opción me
parece mucho peor. La última palabra la tienen, por supuesto, los
vascos y las vascas.
MIQUEL
ICETA LLORENS diputado socialista por Barcelona
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