¡CUÁNTA RAZÓN TENÍAIS!
Artículo pubicado en Shangay Express, del 8 al 21 de noviembre de 1999
Desde
hace ya bastante tiempo el movimiento gay reclama a los y
las responsables políticos homosexuales que manifiesten
públicamente dicha condición. Para razonar esa demanda el
movimiento gay afirma que la visibilidad de los y las
políticos homosexuales puede contribuir a la normalización
social de gays y lesbianas. Debo reconocer que nunca me
había planteado seriamente la cuestión hasta que Jordi
Petit, dirigente histórico del movimento gay, me empujó a
ello hace unos días cuando estábamos en plena campaña para
las elecciones al Parlamento catalán e íbamos a participar
en un acto sobre la libertad sexual organizado por la
Joventut Socialista de Catalunya. Me decidí en menos de 24
horas, azuzado por Jordi y por mi pareja. El acto se
celebraba en Punto BCN, conocido local de ambiente de
Barcelona, el 12 de octubre, Fiesta de la Hispanidad,
antes denominada Día de la Raza (!). Allí, ante varias
decenas de personas muchos de ellos, amigos y conocidos-
y cinco periodistas, desgranamos nuestras propuestas en
defensa de los derechos de gays y lesbianas y, como quien
no quiere la cosa, dije públicamente que era homosexual.
Nadie
me cree ahora cuando digo que el eco de esta sencilla
declaración me sorprendió. No el hecho de que fuese
noticia, pero sí su gran repercusión. Al llegar a casa
después del acto me llamaba ya una radio anunciándome el
revuelo creado, que llegaba incluso a merecer el editorial
de un periódico nacional de gran difusión. Por la mañana
me despertaba Iñaki Gabilondo y a partir de ahí mi
teléfono no dejó de sonar en tres días. Los medios de
comunicación atribuían gran importancia al hecho de ser el
primer Diputado que hacía pública su homosexualidad y
alababan mi "valentía". En todas las entrevistas que me
hicieron afirmé que mucho más valientes eran los miles de
homosexuales que afrontan su condición en un entorno
social, laboral o familiar menos propicio que el mío.
Surgieron también algunas críticas de "electoralismo".
Críticas que lógicamente acepto, ¡qué remedio! En todo
caso, mi declaración era la respuesta a una demanda
concreta de la campaña VOTA ROSA impulsada por la
Coordinadora Gay-Lesbiana. Y no me imagino haciéndola en
otro momento, ¿a santo de qué? Por otra parte han pasado
ya semanas y aún es hora de que otros políticos sigan el
mismo camino. Y la próxima campaña electoral no queda
lejos.
La
resonancia de mi modesta declaración indica hasta qué
punto estamos lejos aún de una situación de normalidad. Y
desde luego los políticos debemos reflexionar sobre
nuestra responsabilidad en ello. Aunque sea una reflexión
que debe ir más allá del ámbito estrictamente político.
Por otra parte, la favorable acogida de mi gesto señala
que algo debemos haber avanzado en los últimos 20 años.
Pero no lo suficiente. Hasta que no veamos reconocidos
plenamente nuestros derechos, hasta que la orientación
sexual de cualquier persona no importe más que el hecho de
que coleccione sellos o practique la natación, hasta que
ninguna familia sufra por el hecho de que uno de sus
miembros sea homosexual, mucho es el camino que tenemos
que recorrer.
Y
para que las cosas avancen seguiremos necesitando un
movimiento gay fuerte, con iniciativa y empuje. Porque
nadie va a regalarnos nada y porque todavía son muchos los
obstáculos para el pleno reconocimiento de nuestros
derechos. El siguiente paso debe ser la aprobación por el
Congreso de los Diputados de una ley de parejas de hecho
similar a las aprobadas en Cataluña y Aragón. Ello
requiere un avance de las posiciones progresistas y de
izquierda en las próximas elecciones generales. Por mi
parte, espero que así sea. Y en lo que se refiere a la
necesidad de impulsar la visibilidad de los políticos
homosexuales, sólo me queda decir: "¡Cuánta razón
teníais!".
MIQUEL ICETA LLORENS,
diputado socialista en el Parlament de Catalunya
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