'HAY QUE SALIR DE LOS ARMARIOS
PARA QUEMARLOS'
Miquel Iceta, Portavoz del
PSC. Entrevista en El País, 11 de septiembre de 2001
MARÍA ANTONIA IGLESIAS
| Madrid El portavoz del Partit
Socialista de Catalunya, Miquel Iceta, de 40 años,
pidió en el Parlamento catalán la legalización del
matrimonio entre homosexuales. Iceta se había
declarado homosexual en 1999, cuando iba en las listas
del PSC para las elecciones autonómicas.
Pregunta. Es
usted un dirigente político de larga experiencia,
militante socialista convencido, homosexual sin
complejos. Pero sobre todo un hombre al que se le ve
feliz. Me gustaría conocer su receta.
Respuesta. ¡Hombre, receta! Yo le diría que es
desde mi condición de socialista convencido como mi
vida tiene un sentido que yo pretendo que sea
coherente. Es verdad que no oculto, sino todo lo
contrario, mi homosexualidad, pero si no fuera
homosexual creo que no cambiarían mis convicciones. La
vida me ha tratado bien, he podido vivir mi condición
de homosexual sin sufrir. Nadie debe sufrir por ser
homosexual o por tener un hijo homosexual. Es una
lucha en la que se ha avanzado mucho, pero en la que
queda mucho. Lo mío no fue valentía, fue
responsabilidad. Los valientes son quienes son capaces
de vivir su homosexualidad en condiciones mucho más
duras. Soy una persona privilegiada.
P. Una persona
privilegiada que quizá no hubiera sido tan resuelta en
afirmar su homosexualidad si su ambiente social
hubiera sido más agresivo, ¿no?
R. Me hubiera
costado muchísimo más. Por eso estoy tan agradecido a
mi familia y a mis compañeros. Mi vida siempre ha
estado relacionada con la política, en un entorno de
talante progresista, donde he podido ser lo que soy
sin problemas.
P. Incluso en
ese ambiente de tolerancia imagino que habrá tenido
razones importantes para decidirse a dar el paso.
R. Me decidí a
afirmar públicamente mi homosexualidad porque me lo
pidieron. Primero una organización del movimiento
homosexual que reivindicó, en la campaña electoral, la
visibilidad de los cargos públicos, y luego una
persona, Jordi Petit, dirigente histórico del
movimiento homosexual que incluso formó parte de la
candidatura del PS. Me dijo: 'Me gustaría que dieras
tú el paso'. Lo consulté con mi pareja, que resultó
ser un verdadero entusiasta y casi fue quien me
empujó. Yo elegí el Día de la Raza, 12 de octubre.
Aprovechamos la convocatoria electoral porque sabíamos
que el altavoz mediático sería mayor, teniendo en
cuenta que yo aún era diputado en el Congreso y que
eso favorecería una repercusión en todo el Estado. Y
la verdad es que el impacto me sorprendió. Luego caí
en la cuenta y llamé a mi madre porque no le había
dicho que iba a hacerlo, pero cuando me di cuenta del
lío que se estaba montando me dije: voy a avisarla no
vaya a ser que se entere cuando todo salga a la
calle... La gente fue fantástica; incluso en algunas
de esas tertulias que no sueles escuchar y que son muy
agresivas la acogida fue muy buena. Pero también hubo
gente que me dijo: 'Con la de cosas que tú has hecho
en política y parece que sólo te reconocen por ésta'.
Bueno, pero si piensas que puedes haber ayudado a la
causa de los homosexuales que no han tenido tanta
suerte, pues no tiene precio.
P. Por eso
imagino que no le debe resultar ajena la época en la
que en el Parlamento se amenazaba con publicar listas
de políticos homosexuales como venganza.
R. Sí, es
verdad. Pero suceden dos cosas: que aún hay miedo,
cierta cobardía, y que la política en sí es muy
machista. Y el que un hombre diga que le gustan otros
hombres, pues incluso hoy, en algunos entornos,
desmerece su virilidad. Es un entorno muy competitivo,
muy duro, y las cosas no son todavía tan fáciles. A mí
me reprocharon algunos que yo había hecho pública mi
homosexualidad para conseguir votos, y yo dije: no veo
que muchos políticos hagan lo que yo he hecho; así que
no debe dar muchos votos ¡Si diera muchos votos cada
partido tendría su homosexual que diera el paso! No
sólo el mundo de la política es cruel con la
homosexualidad; también en la empresa, en cualquier
lugar en el que se tenga que competir. Por eso hay que
salir de los armarios, para quemarlos, aunque yo no
haya tenido que salir porque nunca me he tenido que
esconder.
P. No sé si
habrá encontrado tanta receptividad en su partido como
en la sociedad catalana. Los partidos, incluso los de
izquierda, siempre han ido con retraso en estas cosas.
R. Siento tener que decirle esto, porque en la
sociedad nunca he tenido problema, pero en mi partido,
por ejemplo, un día un buen amigo me dijo: 'Mira, tú
tienes una ventaja: no das miedo, porque todo el mundo
te supone un techo'. Igual resulta que es verdad, pero
yo ese límite todavía no lo he encontrado. Es verdad
que la sociedad es más abierta que los partidos.
También algunos amigos me han advertido del riesgo de
encasillarse en el papel de defensor de la causa
homosexual, pero no me ha sucedido así, sigo siendo
portavoz del PSC. Mi vida no se ha reducido
políticamente tras mi declaración. Un partido como el
PSC ya no puede quedarse atrás, porque la gran mayoría
de la gente está a favor de la igualdad de los
derechos de los homosexuales. Yo digo siempre que si
hubiera que haber esperado a que la mayoría de la
sociedad estuviera a favor del voto de las mujeres,
quizá no tendrían derecho a voto aún. ¡Es una trampa
absurda esperar a reconocer derechos a que lo apruebe
la mayoría! Por suerte ha habido gente que ha ido
abriendo brecha, porque los partidos siempre hemos
sido más cobardes, siempre más preocupados por la
última encuesta que por lo que debe ser, o por lo que
realmente en la calle es. A mí me pareció muy duro que
el día del debate en el Parlament de Cataluña sobre
los derechos de los homosexuales me encontré con
muchos diputados de CiU, y del PP, que me decían: 'Me
gustaría votar a favor porque esto hay que hacerlo,
pero me han dicho que no'. Me lo decían para
consolarme, pero para mí era más terrible todavía,
porque pensaba que podríamos haber ganado
abrumadoramente. Hubo gente que me preguntaba: 'Pero
¿por qué no pedís el voto secreto, para que no haya
problemas de disciplina?'. Yo les dije: 'Pero, si
estamos diciendo a la gente que salga del armario,
¿cómo vamos a pedir que meta su voto en el armario?'.
P. Las cosas
van cambiando, y mucho. Y el movimiento homosexual en
España lidera opinión, mueve dinero. Ahora se dice que
son ustedes un poder fáctico que ejerce, y usted
perdone, una sutil dictadura...
R. Ésa es una
cuestión que me inquieta realmente. Se dice que los
homosexuales son un lobby, lo mismo que se
decía de los judíos. Cuando eran perseguidos, se decía
que movían los hilos del mundo. Y esa era precisamente
la excusa para exterminarlos.
P. Convénzame,
como si yo fuera del PP, de que es positivo que los
homosexuales puedan casarse y tener hijos.
R. Pues lo es,
sin duda. Primero porque es una cuestión de igualdad
de derechos y libertades. Y luego porque esta sociedad
lo que necesita son más familias, más estabilidad.
Necesita más gente feliz... ¿Con qué autoridad alguien
va a negar un dato de la realidad? Yo estoy seguro de
que me podré casar, pero lo que quiero es que se
reconozca que mi pareja y yo formamos una familia, con
todos nuestros derechos y obligaciones.
© DIARIO EL PAÍS,
S.L.
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